Kate Beckinsale en 'Jolt'

Kate Beckinsale en 'Jolt'

 


'Jolt' es una de esas películas de acción en esencia tan absurdas como 'Shoot 'Em Up', 'Crank', 'Hardcore Henry', 'Everly' o 'Guns Akimbo'. Es tan complicado tomarse su premisa en serio que ni ella lo hace. Por supuesto, y por descontado. Ya desde su fantástico prólogo, queda claro que se trata de una película "lúdica" y "escapista" en donde lo importante es que el movimiento, siempre sea hacia adelante. Pese a quien le pese.



Y con Kate Beckinsale como dueña y señora de una función más trepidante que resolutiva que, cómo suele ocurrir, no tiene gran cosa que decir sobre la vida ni el universo. Y si bien tampoco se trata de eso, que ni estamos ni venimos a estar en 'Un día de furia', es difícil mantener viva la llama de la ira durante 90 minutos si no hay más fundamento que la ira. Hasta lo bueno agota cuando no se va a más con el paso y golpear de los minutos.


Ni el estilo de 'John Wick', ni la personalidad de 'Hardcore Henry', ni el desenfreno de 'Crank'. Tampoco la habilidad de 'The Raid' para lucir por encima de un presupuesto apretado que se ha ido en pagar tres o cuatro sueldos. Tanya Wexler muestra la misma energía y determinación que en 'Cómo escapar de Búfalo', pero al igual que le sucedía a Joe Carnahan con 'Muere otra vez', no es capaz de elevar la película por encima de su premisa.


¿Y qué es lo que es? Una diversión menor en la línea de 'Shoot 'Em Up', 'Everly' o 'Guns Akimbo', películas que se disfrutan adecuada y sobradamente pero que no nos pondrán de acuerdo con los amigos a la hora de volver a elegirlas como plato principal de la velada. Películas que cumplen, o que más bien nos arrastran por la inercia obtenida en sus primeros compases más que por tener algo que decir sobre la vida y el universo.


'Jolt' es una película siempre en movimiento, y siempre hacia adelante. Con energía, mucha determinación y sobrada confianza. Pero ni llega a dar rienda suelta a su verdadero potencial, ni cuenta con alguna escena de acción memorable. Tampoco va a más, ni convierte a Lindy en un personaje icónico. Y aún a pesar de ello, sus 90 minutos pasan en un suspiro que eso sí, nos deja con ganas de saber qué es lo que quiere Susan Sarandon.

Con información de EL SEPTIMO ARTE


No hay comentarios.