
LOS COLORES DE NUESTROS BESOS
Los besos blancos: son besos inmaculados, sin el menor atisbo de fingimiento y obligado cumplimiento, que es el beso a la madre y sobre todo el de la madre. No hay acción más llena de ternura, de un amor que nunca se extingue y de abnegación total que el de la madre.
Los besos amarillos: que son los que damos por compromiso y a desgana, aunque intentemos fingir, a esa persona que por algún motivo no nos cae bien, pero por razones sociales e hipócritas como la vecina chismosa y repelente; a la mujer que nos presentan y no nos empatiza por algún detalle que descubrimos, pero por respeto hemos de disimular y besar aunque sin la menor efusión.
Un simple roce en su cara, rápido y casi en el aire. El que se dan las “amigas” que han de tolerarse, pero que en el fondo se caen como si le dieran un tremendo pisotón en el dedo gordo del pie. Éste es muy habitual entre damas de alta sociedad y esmeradas costumbres. Los de clase normal e inferior no son tan dadas a estos fingidos “cariños”.
El beso gris: que es el que se da a la señora que nos presentan y que ni nos cae bien ni mal. Besarla no nos significa nada afectivo, simple protocolo y señal de respeto. Seguir las reglas sociales al uso. Es el que ha sustituido al anterior beso en la mano, poco usual en nuestros días. (Ojo no es el mismo beso gris del Kamasutra que viene a ser el beso anal)
El beso verde: es que se da a la mujer que se está “amando” impulsivamente y acabada la acción, se pierde todo interés en ella. Solo nos deja un variable estado de ánimo. Normalmente, las profesionales del amor no se dejan besar por sus clientes. Para ellas, sí debe tener mucho significado.
Los besos rosas: Son esporádicos y espaciados, para ir comprobando las reacciones provocadas e izar o desplegar las velas según nos indique el viento favorable o desfavorable. Es tantear el terreno para la acción. No hay cosa peor que un corte en seco, cuando ya creíamos ganada la batalla.
El beso rojo: es pasión, sangre, fuego, la expresión más hermosa y sensacional del amor, la pasión, el deseo y la ansiosa preparación para el acto más placentero e incomparable de la consumación de nuestros sentimientos. El que se da en los labios, entrelazando nuestras lenguas y dejando que escapen y penetren en nuestra pareja esas ardientes pasiones y amores que nos consumen y producen deliciosos cosquilleos.
El beso morado: es el más triste y doloroso. Se suele dar en señal de condolencia y solidaridad a la persona que acaba de perder a un ser querido, en un inútil, pero meritorio intento, de aliviarle y darle a entender que queremos compartir con ella su tremendo dolor.
Es un beso de amor fraternal, sin otra intención que aliviar las penas de esa persona a la que queremos y desearíamos borrar de su vida tanta tragedia.
El beso negro: El de los mafiosos, sicarios y asesinos a sus víctimas. Suele ser un beso que quiere aparentar fraternidad y lleva implícito la muerte y las más aviesas intenciones hacia la víctima que en ocasiones se percata de su significado. El más nefasto de todos, que ha quedado como ejemplo de traición y maldad en la Historia, es el beso de Judas a Jesús, para poder señalárselo a sus verdugos. Es tan negro como el alma del que lo da.
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